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La trilogía de los milagros

La osamenta de «La trilogía de los milagros» está formada por tres novelas cortas que con desbordado humor y sarcasmo infinito, giran alrededor de Dios, el hombre, la política y la corrupción.

La invención de Dios

¿Qué hacer cuando uno encuentra lo que no busca? Tras veinte años dedicados al estudio teológico intentando probar la existencia de Dios, Morganti, el párroco de Villa Lorenzetti, concluye que ha demostrado científicamente todo lo contrario: DIOS NO EXISTE. ..Aun así le da una última oportunidad para demostrar que no es un invento del hombre, un ultimátum de 72 horas en las que tendrá que obrar un milagro: «Sí, el de los panes estaría bien… o el de las Bodas de Caná sería lindo, el del vino». Mientras el reloj descuenta horas, Morganti, ayudado por el Nuevo Frente Teológico de Liberación, ocupa la todavía no inaugurada Catedral de Villa Lorenzetti a la espera de que se cumpla el plazo. El intendente Carlos Suárez, con un ojo en el pueblo y otro en su carrera política, tendrá que hacer equilibrios a través de la repentina locura del párroco, la iglesia católica y la cambiante opinión pública. Así nace La invención de Dios, una hilarante sátira teo-política.
«La invención de Dios, una historia que pretende, antes que nada, entretener y hacer reír y, por ahí si después al lector le parece, reflexionar un poco sobre algunos temas relacionados con la conflictividad social, algunas formas de hacer política y el vínculo entre los hombres y ese Dios escurridizo tan poco afecto a dar la cara». Santiago Ambao

La última joda de Rinaldi

Rinaldi es gafe, mufa, cenizo… un rigor matemático regía la fatalidad de su influencia: en donde asomaba la jeta, las cosas salían mal, donde metía la mano acontecía una tragedia. Estaba demostrado, en serio, los muchachos habían sacado estadísticas minuciosas, sus conclusiones, rotundas.
Valdepietro está apunto de cerrar el negocio más importante de su carrera, es sencillo, los uruguayos eran buenos clientes, solo había que viajar a Tucumán. Su jefe le asigna como compañero a Rinaldi, ahí palmó la historia. No tarda en desbordarse el fatal influjo del cenizo: el tren se avería en mitad del desierto, la empresa ferroviaria entra en quiebra y en el gobierno central argentino hay tal quilombo que muchos temen que el país se rompa. El paso de las horas, la falta de agua y la casual presencia de un numeroso grupo religioso que se dirigía a una convención en Tucumán, divide el tren en dos bandos: la delegación de curas dogmatizados y una avanzada de neopostroskos optimistas. Sarcasmo, humor, política y moral en una lucha por controlar el nuevo orden mundial desde un tren varado en el desierto.
«Y por más raro que parezca, algo así pasó hace no tanto, en nuestro querido norte. La batida entre los auspiciantes de un regreso al oscurantismo medieval y los adalides de la construcción del hombre nuevo fue eclipsada por un país que parecía desgajarse. Pero merecía que alguien la rescatase, y por eso la cuento en La última joda de Rinaldi.» Santiago Ambao.

Un milagro al revés

Florindo Saucedo es un pueblo al que le dieron el rango de municipio por descuido. Algún paisano que trabajaba como asesor de un diputado retocó un proyecto de ley y claro, con más de cien municipios, se coló. Se ve que los diputados votaron sin leer el detalle. Cosas que pasan, pero tampoco cambió demasiado el panorama, Florindo Saucedo siempre estuvo relegado. Bueno, hasta que el gobierno promulgó una ley de salud mental. Ahí se dio la vuelta la tortilla. El proyecto proponía facilitar dos millones de pesos para la construcción de un hospital psiquiátrico y una subvención anual por cada internado. El tema era que, según la Ley de Descentralización de Sanidad Mental, la subvención debía invertirse en la construcción de un hospital psiquiátrico. Y les surgió una controversia: en Florindo Saucedo no tenían locos. Ni uno. ¿Me lo pueden creer? Bueno, ninguno que valiera la pena encerrar, a Álvarez le había saltado la térmica después del último mundial, pero lo cuidaban entre todos.
Ahí el intendente Arriaga, con más dudas que certezas, acepta inscribir en las listas de trastornados que se envían al ministerio a ciudadanos sanos…
«Ojo, lector: si usted encuentra algún vínculo entre esta historia y aquella costumbre de traer dólares del futuro para engordar una paz cambiaria, es por pura coincidencia. Esta novela va de locos, nomás. De locos que se reproducen. O de la moda de volverse loco». Santiago Ambao
«Con profundo sentido del humor, Ambao se definió una vez a sí mismo como “un analista político-social en pantuflas”, y justo ahí reside parte de su mérito, en las pantuflas, en el deseo de rehuir de lo solemne, lo impostado, lo recargado y lo artificioso».
«A toda esta producción le une una visión muy particular de la ideología y el poder, la política y sus sistemas, los absurdos cotidianos y los mecanismos del pensamiento mágico, con toques, en algunos casos, de ciencia ficción y un sutilísimo sentido del humor que asoma en una escritura falsamente transparente».
Sara Mesa. Prólogo de la novela «36 metros», Editorial Barrett. Santiago Ambao.

Chico Bizarro y las moscas

Esta es la historia de un gánster, Chico Bizarro, de un delincuente sin problemas de conciencia que entiende necesaria su tarea de robar el patrimonio de Paraguay a los que no lo valoran para ponerlo en manos de los que están dispuestos a pagar grandes cantidades por él. Es, también, la historia de Chico soportando golpes en forma de desaires de su amada, Soledad, la arpista de una sola teta. Pero es más, mucho más...

Artimis, el fracasado pintor que solo conoce el éxito cuando los marcos de sus cuadros comienzan a transportar droga; es Béseler, toda una vida escribiendo para morir sin haber publicado nada, son los siameses Gervasio Izquierda y Gervasio Derecha, son los Niños Cotonetes, es Elmer, su descerebrado e inseparable acompañante, es la Chica Kafka, es Jimmy, es Cantinflas, es Pibe… es el dinero, la corrupción, la soledad… es Chico Bizarro.
Chico Bizarro y las moscas es una prodigiosa novela que transita entre la potencia cinematográfica de Quentin Tarantino y la fabulosa inventiva de García Márquez. Publicada en 2010 se convirtió rápidamente en una novela de culto en Paraguay, donde cambió, para siempre, la manera de entender la narrativa de ficción.
«La novela de Mónica Bustos nos atrapa de tal forma que resulta imposible detener su lectura. El lector la iniciará y, aunque incluso no piense en su argumento, quedará secuestrado de inmediato por el poderoso discurso monologal de Chico Bizarro»
Jose Vicente Peiró Barco.Crítico literario.

«Mónica Bustos pone delante del lector un espejo de humo negro irascible y descomunal, y lo hace para desmenuzar la historia y la idiosincracia del Paraguay, cuya literatura no ha sido la misma desde entonces. Irreverente y sofisticada, tierna y cínica, esta narración tiene sangre en sus letras y un poder de persuasión contundente»
Javiernez. Locutor y periodista.

El jurado internacional de la primera edición del Premio Augusto Roa Bastos de Novela decidió otorgar el premio a esta obra «por su calidad narrativa que logra amalgamar potentes imágenes, personajes desopilantes y una visión descarnada de la realidad paraguaya con solvencia estilística».